Colección diseñado por
Alberto Martínez- Márquez
El
incienso (del
latín incensum,
participio de
incendere, ‘encender’) es una preparación de
resinas aromáticas vegetales, a las que a menudo se añaden
aceites esenciales de origen animal o vegetal, de forma que al arder desprenda un
humo fragante con fines
religiosos,
terapéuticos o
estéticos. En el pasado, las sociedades
china y
japonesa usaron el incienso como parte integral de la adoración de
deidades hindúes. Además, tiene un uso importante en el
budismo, en la
Iglesia Católica (para la
Adoración eucarística,
procesiones, etc.), en la
Divina Liturgia de la
Iglesia Ortodoxa y, en menor grado, en otras confesiones
cristianas.
Historia
Acerca del nombre del incienso, los
hebreos le llamaban
lebonah, los
griegos libanos, los
árabes luban y los
romanos olibanum; en todos los idiomas significa lo mismo, esto es: ‘leche’, por el aspecto de la resina al brotar del árbol. Sin embargo en la actualidad se le llama incienso, nombre que deriva del vocablo latino
incendoere, es decir, ‘encender’, ‘quemar’, ‘incendiar’, ‘prender fuego’, iluminar’.
Los datos arqueológicos que poseemos sobre el incienso se remontan al Valle del
Nilo: en los templos de
Deir el-Bahari se pueden observar inscripciones con dibujos de rituales netamente
esotéricos, donde son más que evidentes las nubecillas del humo del incienso. Hace alrededor de quince
siglos, los egipcios viajaban al país de To-Nuter para buscar incienso.
Las historias narran que el rey Rama-Ka llevó a su tienda arbolitos pequeños de incienso, los sembró cuidadosamente a la hora precisa, bajo los
augurios estelares y logró de esta forma perfectos y esbeltos árboles de excelente
madera y gomorresina. Los
fenicios, por su parte, siendo grandes navegantes y comerciantes, llevaban siempre en sus navíos leños de incienso para comerciar con el mundo conocido. Más datos históricos sobre el incienso se tienen a partir de los relatos de
Alejandro Magno: se cuenta que al tomar la ciudad de
Gaza, acumuló entre los preciosos objetos del botín de guerra 500
talentos de incienso y 100 de
mirra.
Por su lado,
Estrabón nos narra cómo se hacían las transacciones comerciales con
Arabia, la zona del
Mar Rojo y hasta
China, en búsqueda del tan preciado incienso. También
Dioscórides y
Plinio citan en sus obras acerca del auge que tuvo el incienso en los templos de los tiempos de la
Roma Imperial. Uno de los datos más notables proviene de
Nerón: se dice que habría quemado impresionantes cantidades de incienso ante el sepulcro de
Popea.
En la mitología grecorromana también está presente el incienso:
Leucótoe, la hija de Arcamo y de Eurinoma, se entregó en amores al bello y codiciado
Apolo. Cuando Arcamo supo de tal deshonroso acontencimiento, la enterró viva llevado por la mayor ira. Pero el dios
Sol, para honrar a la infeliz criatura enterrada viva, la convirtió en un frondoso árbol de incienso.
Elementos naturales y marinos
Diseñados con cristales marinos, caracoles, corales, corchos, maderas, semillas y pedazos de troncos
Normalmente, el incienso se puede comprar en muchos establecimientos en forma de
barritas (su forma más extendida); pero a nivel doméstico, también se puede obtener este material a partir de las flores y hojas de algunas plantas, como
romero,
menta,
salvia,
lavanda, etc. La mayoría de los inciensos que se venden en el mercado son derivados de
quince inciensos primarios, los que se han venido utilizando a través de los siglos. Entre ellos, está el
almizcle, que al ser quemado emana un
aroma potente y característico, con vibraciones altamente magnéticas. En la India se utiliza mucho por sus propiedades relajantes y afrodisíacas, y en otros lugares porque potencia la voluntad y la autodeterminación en el plano psicológico.
Otro de los más solicitados, es el
incienso de ámbar, conocido en la antigüedad como
néctar de los dioses o
ambrosía. Su fragancia es de origen
natural, y se ha utilizado durante mucho tiempo como paliativo para las
enfermedades crónicas, aunque en usos más recientes, también es efectivo como parte de rituales para atraer a la persona amada. La
canela también es un aroma muy utilizada por su fragancia y por su condición de
potenciador sexual. Al inhalarlo, además de la ya citada condición afrodisíaca, también ayuda a la concentración cuando, por ejemplo, se está estudiando. Además, en la actualidad su uso más común es el de promover el apetito, por ello es muy utilizada para ayudar a personas con
desórdenes alimenticios. Por otro lado, el incienso de cedro se utiliza para rituales en los que se quiera atraer el dinero y la abundancia económica. También es utilizado como purificador para las estancias y para
curar afecciones nervisosas.
El
pachuli es sin duda un incienso muy común y extendido en muchos lugares del mundo, ya que su olor es muy intenso y altamente estimulante. Cuando es quemado, irradia sensualidad, promueve la organización de las ideas mentales y tiene efecto rejuvenecedor tanto en el cuerpo como en el espíritu. El
sándalo también goza de gran popularidad, y tiene la particularidad de levantar el ánimo y avivar la fe. Normalmente, además de para
aromatizar, es quemado en procesos de
meditación profunda, como cuando se quieren hacer regresiones a vidas pasadas. En cuanto al incienso de iglesia, se utiliza principalmente para ensalzar la figura divina y purificar tanto la iglesia como el acto en sí (la misa); pero en sus orígenes, también era una forma de perfumar los lugares sagrados, sobre todo de peregrinaje (como la catedral de Santiago), debido a la gran afluencia de público y a la poca higiene que, por aquel entonces, tenían los peregrinos.
Conservando la tradición a través de los siglos